En gran parte del mundo, el fútbol es el deporte más difundido. Hoy día, es practicado indistintamente por hombres y mujeres. Pero en mi infancia, los avances en igualdad estaban verdes y el fútbol era para los chicos. A todos nos regalaban un balón en algún cumpleaños. Daba igual si nos gustaba o no jugar.
Mi primer recuerdo frente a un balón de fútbol es de cuando tenía 4 o 5 años. Yo ya era de River Plate, como mi padre. Y alguien me regaló un balón rojo y blanco. Un día fuimos a probarlo. Vivíamos a 200 metros del campo del club All Boys. Solo tengo un vago recuerdo de estar en ese campo una mañana, jugando con papá. Una rareza de mi infancia, porque los recuerdos de jugar con papá son poquísimos.
Nunca jugué bien. En realidad siempre fui malísimo. No conté con habilidades para ningún deporte. Pero jugar al fútbol era el camino más corto a la mejor relación con mis compañeros del cole. El que no iba a jugar estaba fuera del núcleo duro. Y yo quería estar dentro.
Mi colegio era muy grande y disponía de muchos campos de fútbol. Muchos días por las mañanas, mientras estábamos en clase, se organizaban partidos para la tarde. Algunos no tenían teléfono en casa y para los móviles faltaban 20 años, así que esta era la mejor manera. Quedamos a las 14:00 hs. y llegaban los que podían. Yo iba casi siempre.
Siempre había dos que se erigían en líderes de los equipos. Ellos elegían el suyo. Primero se sorteaba quien elegía primero, por el tradicional “pan y queso”, que consistía en poner un pie delante del otro por turno, hasta encontrarse. El que pisaba al otro empezaba a elegir.
Yo sabía que sería de los últimos elegidos, por descarte, cuando ya no quedaba casi nadie. Teniendo en cuenta mis habilidades, era totalmente lógico. Aunque no me gustaba, lo tenía asumido.
Muchos que, jugando eran tan malos como yo, no iban. Supongo que porque no les gustaba jugar, o por no pasar por el mal trago. A mí no me importaba, yo intentaba hacerlo lo mejor que podía. Creo que el único gol que marqué en toda esta época, fue una vez, que fui a estorbar al saque de portería. El portero pateó, me dio en el culo y entró. Lo celebré como si fuera la final del mundial.

Cuando la tarde caía, y se iba la luz, se acababa el partido. Ese era el mejor momento para mí. Lo que más me gustaba era ese “tercer tiempo”. Ese momento después del partido, en el que se fraguaban las amistades. No había dinero para Coca-Colas, la sed se apagaba con agua de un grifo que había por ahí. Nos quedábamos charlando. Y poco a poco nos íbamos volviendo a casa.
Al terminar el instituto, mi contacto con el fútbol solo fue de espectador. Mi tío Fernando que tenía contactos en la federación de fútbol, y me consiguió un pase para ir a todos los estadios, durante un año. El pase era como “deportista retirado”. Solo me reía con leerlo. Era imposible estar retirado a los 18 años, y también era imposible haber sido deportista de algo. Quizás Ajedrez se considere deporte?
Al año siguiente, me hice socio de River Plate, y durante unos cuantos años fui a ver fútbol a la cancha. Iba con mi primo Sergio, y como éramos socios los dos, teníamos asiento en buena ubicación. Yo siempre fui muy tranquilo, y miraba los partidos sin muchos aspavientos. Pero mi primo gritaba, discutía y se peleaba con los de alrededor. A veces tuve la sensación de que la cosa podía ponerse fea. Pero prefería ir con mi primo, pese a todo. Ir solo era aburrido.
Después de terminar el instituto, creo que nunca más jugué un partido, y luego de mi accidente que años más tarde, lesionó de forma definitiva mi tobillo, tuve la excusa perfecta para no jugar.
Al llegar a Madrid, adopté al Real Madrid como mi equipo. Pero sin la pasión ni el interés futbolero anterior. Creo que solo vi 2 o 3 partidos en el campo del Madrid en 30 años. Esas emociones de espectáculo en vivo las guardo para la fórmula 1.
Hace poco un amigo me contaba que un día a la semana se reúne con viejos amigos a jugar un partidito y luego disfrutar unas cervezas juntos, contándose sus anécdotas por enésima vez. Mientras lo contaba yo recordaba con nostalgia, esas tardes de fútbol de la adolescencia, en las que se generaron muchas amistades que aún perduran, pese a la distancia.
linda historia futbolera Guille…
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Bellos recuerdos de la infancia! No quieras escribir que lo tuyo es nostalgia…solo son añoranzas por un tiempo que ya fue…pero que hermoso fue aquello, verdad? Además a la cancha de All Boys, su fuerte era la hinchada compuesta por un «grupo» , de descendientes de sirio libaneses que vivían en el barrio de Floresta. Recordás las canchas de tierra «la cava», que estaban cerca de la fabrica de heladeras «Saccol». Un cordial saludo.
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Muchas gracias. Esa cancha de All Boys es parte de mi historia. Un saludo.
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Algunos miles de kilómetros de distancia y algunos años de diferencia, pero recuerdos comunes.
En mi caso, el pase para ver todos los partidos del Tala era de prensa, en la tribuna llevando estadísticas manuales, cuando el móvil e internet eran una utopía.
Y mucha nostalgia de ese “tercer tiempo”.
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Gracias Alberto
Saludos
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[…] estaba frente a mí. Me acerqué y compré la serie de sellos. Era una serie sobre el mundial de futbol, que se jugaría en Argentina el próximo […]
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Qué hermosa historia!
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Muchas gracias !!! un saludo
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Saludos.
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[…] Cuando yo tenía unos 10 años, quedábamos para jugar, en los campos de futbol de mi colegio Don Bo…Por la mañana, cuando estábamos en clase, la pregunta segura era ¿Quién trae la pelota esta tarde? Solo unos pocos tenían una. […]
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[…] he contado en alguna otra historia, de pequeño me aburría mucho. Y lo único que podía hacer era ir a jugar al futbol, donde no destacaba en absoluto, o buscarme entretenimientos en […]
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[…] clásico era escuchar los partidos de futbol por la radio, cuando se jugaban en domingo y todos a la misma hora. En casa nunca fuimos muy […]
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[…] zurdo es un valor añadido para jugar al futbol, pero desgraciadamente, el futbol nunca estuvo entre mis […]
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