Navidad

Todos sabemos que la navidad es una celebración religiosa, pero  tiene la particularidad de haberse convertido en una fiesta de reuniones familiares, más allá de las creencias de cada uno.  En estos días, empezamos a ver adornos navideños en las casas de nuestros vecinos. Grandes despliegues de luces en las ciudades. Nos invaden las publicidades de perfumes, turrones, y toda la parafernalia de estas fechas.  Comenzamos a pensar en que comer y con quien cuando llegue la fecha indicada, y a quedar con amigos con la excusa de brindar. Deseamos a todos “felices fiestas”, y todos los años nos planteamos hasta que día de enero, se debe seguir diciendo “felices fiestas” al saludar a alguien.

Cuando era un niño, en mi casa no había mucho espíritu navideño. Se montaba un árbol pequeño en el salón, que se usaba para dejar los regalos, pero poco más. En esos meses de diciembre, escuchaba las conversaciones telefónicas de mi madre con sus hermanas y cuñadas, para organizar las reuniones, y decidir el menú de esos días.

La primera reunión que recuerdo, fue un mediodía del 25 de diciembre, en casa de mi abuelo materno. Abuelos, tíos, primos, todos sumábamos 19 y nos sentamos en una mesa del patio. Yo era el más pequeño de todos. Tendría unos 5 años. Esas navidades del hemisferio sur, con 38 grados de temperatura, y conservando las costumbres italianas, por lo que se comían alimentos de invierno. Esa vez, mi abuelo nos obligó a comer de primer plato, una sopa de cabeza de oveja, que había preparado, y que a mí y a mis primos nos parecía horrible. Era obligatorio, si queríamos disfrutar después, de la pasta casera, amasada por mi abuela. Uno de mis primos tomó la iniciativa, y regó un tiesto con la sopa. Creo que todos le seguimos. Pobres plantas….

Siempre son fiestas generadoras de discusiones familiares. Es la esencia de la navidad. Y en mi caso, me tocó alguna de esas, en la que la noche no terminó muy alegre, pero que con los años, generó alguna anécdota que se recuerda en familia y nos reímos mucho al recordarlo.

Estas reuniones me resultaban aburridas y deseaba que acabaran pronto para poder disfrutar de la playa. En realidad, eran la antesala de las vacaciones, que llegaban en enero.

Al llegar a Madrid, la navidad pasó a tener tres grandes diferencias.

La primera fue que pasó a ser una fiesta sin familia. Y comenzamos a reunirnos con amigos, algunos que también eran “expatriados” como nosotros. Con el tiempo, muchos de esos amigos pasaron a ser nuestra nueva familia.

La segunda es la climatológica. Ahora sí, la navidad era en invierno. Se hizo realidad la ficción de las películas que veía de pequeño. La navidad tenía nieve!!!!

Y la tercera, era el espíritu navideño que me contagió Gabriela. Comenzamos a enviar tarjetas de navidad a los amigos y familia, compramos un árbol para decorarlo con espumillón y bolas, adornamos la casa, y empezamos a hacer más regalos.

Esas tarjetas de navidad, poco a poco, fueron desapareciendo, Como desaparecieron las cartas escritas. La irrupción de internet, y sobre todo, de los teléfonos móviles, firmaron su certificado de defunción. Pasamos primero a aquellos SMS que enviábamos la noche del 24, buscando el chiste más original. Y luego los Whatsapp, con el reenvío masivo de los insufribles GIF despersonalizados.

Con los años, comenzamos a organizar navidades con nuestros amigos, de varios días de duración, en una casa rural alquilada, donde, en ocasiones nos reunimos más de 30 personas. Son momentos que realmente disfruto mucho, y deseo que lleguen cada año.

Este año toca navidad con pandemia. Será diferente. Ya no tendremos reuniones en casas rurales con amigos, ni cenas ni fiestas de Nochevieja. Ni siquiera tendremos el carrusel de encuentros para bridar en los días previos.

Esta vez estaremos en casa solos, con nuestras hijas. Solos los cuatro.

Como nos pasa siempre en todos los órdenes de la vida, valoramos mucho más las cosas cuando las perdemos. Por suerte, espero que esta vez sea una pérdida temporal. En un año volveremos a ver a los de siempre.

Feliz navidad.

11 comentarios en “Navidad”

  1. ¿Sopa de cabeza de oveja? Puff, cuestión de costumbres.
    Feliz Navidad Guillermo, pasa unas buenas fiestas junto a Gabi y tus hijas.
    Esperemos que el próximo año nos permita vernos más a menudo.

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