Creo que alguna vez he contado mi pasión por el cine. Muchas veces he visto en películas, momentos en que fallan las comunicaciones, y siempre hay uno de los protagonistas, que sabe comunicarse por Morse, y resuelve la situación. Es el momento en el que recuerdo algunas historias, que mi padre me contaba al respecto.

Su primera profesión fue radiotelegrafista. Luego aprender a trasmitir en código Morse, fue contratado por una radio de Buenos Aires, y al poco tiempo le ofrecieron una oportunidad para trabajar en un barco de la marina mercante. En 1949, con casi 23 años, se subió por primera vez a un barco. Allí comenzó una aventura que duraría unos siete años. Creo que este fue uno de los periodos más felices de su vida. Desde siempre recuerdo las miles de anécdotas que me contaba de sus viajes. Pero esas las contaré otro día.

En esos años no existían los satélites, y las comunicaciones por radio, en las que se utilizaba el código Morse, eran fundamentales. Pasaba largas temporadas navegando. Trabajaba para una naviera llamada Ybarra, y comenzó navegando a bordo del barco “Juan de Garay” que principalmente hacía la ruta entre Buenos Aires y España, en el puerto de Cádiz y mayormente el de Vigo.

En esa época, el barco transportaba trigo principalmente, además de unos pocos pasajeros. España no recibía las ayudas americanas del plan Marshall por su antigua amistad con la Alemania Nazi, pero Franco había conseguido que Perón le suministrara alimentos, tan necesarios en ese momento, en el que todavía existían las cartillas de racionamiento.
Los viajes de vuelta los hacía llenos de emigrantes españoles, que buscaban una nueva vida en Argentina. Las comodidades para los pasajeros eran pocas. No era un crucero de Royal Caribbean precisamente. Ironías del destino, el tiempo hizo que esos viajes de emigrantes, hoy sean en sentido contrario.
Cuando decidió casarse con mi madre, abandonó la marina mercante, y las trasmisiones de puntos y rayas, para ganarse la vida con los seguros, olvidándose de la radio. Buscaba una actividad que no le obligara a esos largos periodos fuera de casa. Siempre decía que él no veía la vida del marino, conciliando con la vida familiar.
Cuarenta años más tarde, las vueltas de la vida hicieron que yo emigrara a Madrid. Mi padre vino a visitarme varias veces. En una de ellas, fuimos a Vigo de turismo, y él miraba con asombro la evolución de la ciudad, que no se parecía a la que había conocido, e intentaba descubrir los viejos edificios que recordaba entre los actuales. Me contaba sus días por Vigo, mientras intentaba buscar referencias en las calles, pero todo era muy distinto. A veces hablaba con alguno de su quinta que se encontraba en una tienda y juntos recordaban la antigua ciudad.
En otra visita, en mayo de 1998, mi padre pasaba unos días en Madrid. Había venido principalmente para conocer a su nueva nieta, mi hija Claudia, que había nacido en enero.
Estábamos en el salón de mi casa, charlando y tomando café. Serían las 5 de la tarde de un domingo. La televisión estaba encendida y se oía a lo lejos, sin que nadie le hiciera caso. Era un partido de futbol que emitía el antiguo canal Plus.
En un momento de la conversación, mi padre, que estaba de espaldas al televisor, grita “GOL”. Todos nos lo quedamos mirando. En la tele no se veía ningún gol, y nadie parecía estar prestando atención a lo que allí pasaba.
Entonces nos explica que escuchó “gol” en código Morse. En esas retrasmisiones del Plus, se avisaba de un gol en otro partido, con un rotulo en la parte inferior de la pantalla, acompañada de unos característicos pitidos. Yo no lo sabía, pero esos pitidos eran las letras G, O y L repetidas un par de veces, en código Morse.
Después de más de 40 años, aún lo recordaba perfectamente, y sin prestar atención, esos pitidos retumbaron en su cabeza, lo que le llevó a gritar GOL de forma instintiva.
Hace más de diez años que él ya no está, pero tengo presente esos días, en que me recordó esas anécdotas, y cada vez que escucho algo en Morse me acuerdo de él. Hay cosas que nunca se olvidan…
Gol! Entrañable anécdota en homenaje. Un saludo de lunes 😉!!!
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Muchas gracias por tu lectura y tu comentario. Un saludo.
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Cariñoso relato, lleno de amor y nostalgia. Muy lindo. ¡Saludos!
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Muchas gracias por tu comentario. Saludos
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Muy emotivo homenaje a tu padre. Esas anécdotas nos arrancan una sonrisa, ahora que ellos ya no están. Un abrazo.
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Muchas gracias. Soy muy de guardar anécdotas…
Un abrazo.
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Me llama la atención el código Morse y pensaba si podría reconocer mensajes si los escuchara.
Recuerdo esos pipipi del Plus o de la radio (en la SER en el Carrusel deportivo) y no tenía ni idea de que significaran GOL. Gracias a esta anécdota me voy a poner a aprender el código Morse en mis ratos libres. Un placer leerte David 🙂
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A mi siempre me pareció difícil. Supongo que como todo es cuestión de practica. Lo que está claro que una vez aprendido no se olvida. Gracias por tu comentario. Te espero en la próxima.
Un saludo
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¡Lindos recuerdos y afectos en un bello relato! ¡Gracias por compartirlos!
¡Saludos!
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Muchas gracias !!!
Un saludo.
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Qué buen relato! Hermosa historia. Gracias!!!
Cariños
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Muchas Gracias !!!
Un beso grande.
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Excelente historia, que nos invita a guardar en cierto lugar lo que fue muy útil en el pasado quién sabe si lo volveremos a necesitar.
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Muchas gracias por tu comentario y por pasar te por aquí. Un saludo.
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Igualmente, gracias a ti por compartir.
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Muy lindo relato! Mi papá era marino (ya no se dedica a eso) y me había enseñado a hacer S.O.S.
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Muchas gracias !!! alguna vez también me contó que el S.O.S era …—… Debe ser deformación profesional. Jajaja
Un saludo
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Jaja bueno, ante una emergencia vamos a ser re útiles
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Hola. Muy buenas tus historias, me gusta mucho leerlas. En esta de hoy, además de rendir homenaje a tu padre, me has desvelado el siginificado de los famosos pitidos que se oían en los partidos de fútbol y que no sabía lo que querían decir. Gracias por tus artículos, son muy amenos. Un saludo.
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Muchas gracias por tus palabras y tu lectura. Te espero en mis próximas historias. Un saludo
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Muy interesante! Gracias.
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Gracias a ti por tu lectura. Un saludo
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Saludos
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