Dictadura

Hoy se cumplen 45 años del comienzo de la última, y desgraciadamente más conocida, dictadura argentina.

Ese 24 de marzo De 1976 yo tenía 11 años. Era miércoles, Y cuando me desperté por la mañana mi padre me dijo que siguiera durmiendo, que había un golpe de estado, y no había que ir al colegio porque se habían suspendido las clases.

Yo no tenía ni idea de lo que era un golpe de estado. En ese momento solo pensé que fuera lo que fuera, me evitaba ir al colegio, así que perfecto. Lamentablemente, ese día en que disfruté jugando con mis amigos del barrio, sería uno de los más negros de la historia Argentina.

Viví en esa dictadura toda mi adolescencia, hasta la llegada de la democracia, a mis 19 años. Conforme pasaban los años, iba creciendo, y siendo cada vez más consciente de lo que estaba pasando. Pero quizás el golpe de realidad más grande, llegó el 20 de junio de 1980. Ese día era festivo. En Argentina se celebraba el día de la bandera, Aunque ahora le  llaman “paso a la inmortalidad del General Belgrano” que queda más elegante.

Habíamos quedado en reunirnos con unos cuantos amigos, en la heladería DUE de Ramos Mejía, y pasamos allí toda la tarde. Mi casa estaba a unos 400 metros. A las 10 de la noche quedábamos cuatro, y les invité a pasar por mi casa porque hacia menos frio. Era invierno en el hemisferio sur.

Íbamos caminando y a 200 metros de casa, bajaron de un Fiat 125 pintado de taxi, dos individuos con barba de tres días. Nos dijeron: “Alto, contra la pared!” en un tono muy intimidatorio.

 En ese momento Claudio, dos años mayor que yo, me dijo: vamos contra la pared. Y le hice caso. Mis otros dos amigos, Gabriel y Alfredo, siguieron caminando. Ante el segundo grito, Gabriel volvió hacia nosotros. Para Alfredo no hubo un tercer grito. Recibió un fuerte golpe que lo frenó, y uno de ellos lo arrastró hacia nosotros. A continuación le puso su arma apoyada debajo de su barbilla, apuntando hacia arriba. Me asusté mucho. A mis 15 años, era la primera vez que veía un arma.

Nos mostraron una supuesta acreditación policial, pero me podrían haber mostrado el carnet de la biblioteca, porque en esa situación no vi nada. Lo primero que hicieron fue cachearnos. También mi primera vez. Luego nos pidieron los DNI, luego nos interrogaron, acerca de porque estábamos allí, donde íbamos, etc. Nos advirtieron que había toque de queda y que debíamos estar en casa. No recuerdo si era verdad, porque todo el mundo estaba en la calle. Nos tuvieron cerca de media hora. Creo que vieron que éramos unos críos y se divirtieron con nosotros. Finalmente, nos dejaron ir. A Claudio le robaron los cigarrillos y el encendedor. Los demás no teníamos ni dinero, así que no podían sacarnos nada.

Llegamos a mi casa con los corazones a 200 pulsaciones. Yo memoricé la matrícula del coche. No sé con qué finalidad. A quien iba a denunciar?

Viéndolo con perspectiva, lo que nos pasó fue una tontería frente a las aberraciones que se cometieron esos años. Pero el miedo de ese día, me acompañó muchos años. Hizo que a partir de entonces, y durante muchos años, ante cualquier control policial, me aumentaran las pulsaciones inmediatamente, mientras instintivamente tocaba mi bolsillo, comprobando que tenía mi documentación conmigo.

Con los años, esos miedos fueron desapareciendo. Pero ese día de mis 15 años lo recuerdo como si fuera ayer.

24 comentarios en “Dictadura”

  1. Hola Guilhermo … tu historia me llamó la atención por dos detalles. La primera fue la fecha, que sería el día en que tendría exactamente 14 años. El segundo porque él también vive bajo una dictadura militar aquí en Brasil y tampoco tiene idea de cómo sería un golpe. Por suerte, no sufrí ningún tipo de violencia como informan. Gracias por compartir con nosotros, mi querido amigo. Un gran abrazo … Sandro Ernesto.

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  2. “Somos de nuestra infancia como de un país”.
    Antoine de Saint-Exupéry
    Gracias por su testimonio, hace mucho frío y ni siquiera puedo imaginar cómo su mente y su cuerpo fueron golpeados por el miedo … desafortunadamente, tiene una huella negativa en esta escena, un trauma indeleble que desearía que tuviera ». apaciguar.
    Vivir o crecer bajo un régimen dictatorial debe ser una experiencia terrible que deja muchas huellas.
    Tengo dos amigos que crecieron en Rumania durante el reinado de Ceausescu, y me trajeron algunas historias aberrantes que me dan escalofríos.
    Lo peor es el hecho de no poder confiar en nadie, y que las personas están tan retenidas psicológicamente que no saben si su vecino al que saludan todos los días no puede vendérselos a la policía secreta adquirida en el poder.
    Eso es lo que más me llamó la atención de sus historias, ¿cómo puedo tener amigos? Suena muy complicado, casi arriesgado.
    Gracias por tu testimonio.
    Siempre volvemos a nuestra infancia o juventud, es el crisol de nuestro «disco duro».
    Verdaderamente.
    Corinne

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  3. Comprendo que no olvides esa experiencia con tan solo 15 años. Porque esto fue -por fortuna- solo una anécdota, pero la situación de Argentina, como de tantas otras dictaduras, como apenas unos años antes sucedía en España, debe ser una muestra de lo que no se puede repetir. Aunque sea por la memoria de aquellos a los que les costó la vida. Un abrazo.

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  4. Años oscuros que tenemos el deber de recordar para evitar que se repitan. América Latina resultó muy lastimada durante esa época nefasta y son grandes las heridas que aún siguen abiertas. Recuerdo el día que los encontré a mis viejos hablando bajito en la cocina de casa. «Se la habían llevado a Mónica», la hija de la vecina, la pintora magistral que me cuidaba cuando yo era un crio y con quien pasaba horas enteras viendo como convertía un lienzo en una obra de arte. En el barrio se hablaba bajito, y cada tanto se escuchaba un «Algo habrá hecho»… En cuanto tenga oportunidad me hago una escapada a Ramos Mejía y me clavo un cucurucho de sambayón a la salud del bloguero argentino que vive en Madrid…!!!

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  5. Ante tantas atrocidades, ni olvido ni perdón. Yo también recuerdo la primera vez que me cachearon. Soy mayor que vos, y ya con 26 años, el terror a ser detenida por el sólo hecho de existir, sin haber intervenido nunca en política, me paralizaba. Tiempos oscuros, tiempos tristes, de pérdidas de amigos y de miedos que no te dejan dormir. Y como vos, ahora vivo en España, constatando que la historia, con sus mas y sus menos, se repite en muchos sitios. Me alegro de haber vivido sólo alguna pequeña anécdota, como esta que cuentas. Y me alegro de haber encontrado tu blog, que me gusta.

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