No fue fácil conseguir mi primer trabajo en Madrid. Hice casi cien entrevistas de trabajo en los primeros meses. A veces 2 o 3 en un mismo día. Muchas veces me hubieran contratado, si habría tenido la documentación en regla. Pero nadie estaba interesado en comenzar el proceso para que yo la pudiera obtener. Era lógico. Yo entendía que ante dos posibles candidatos, una empresa no iba a complicarse la vida en elegir al que generaba tramites extras.

Hasta que un día tuve una entrevista con José María. Era un corredor de seguros, que tenía una oficina en la calle Gral. Martínez Campos de Madrid. Allí solo trabajaba Marta, como administrativa.
Como yo tenía experiencia en el sector asegurador, me contrató para que le llevara y organizara toda la correduría. Me prometió un contrato que regularizaría mi situación y un sueldo de 100000 pesetas al mes. Todo parecía bien, así que un 22 de noviembre de 1989 comencé a trabajar.

Con el tiempo las cosas comenzaron a torcerse. No existía un horario. Yo llegaba a las 8. 30 de la mañana y me iba a las 19.00 hs. Solo paraba unos 40 minutos para comer la comida que me traía de casa. Como la oficina solo tenía ventanas interiores, no veía el sol ningún día, con excepción de aquellos en los que salía a comprar una coca cola.
Cuando llego el momento de cobrar el primer mes de sueldo, me hizo un cheque por 90000 pesetas. Lo miré y le dije que no era lo pactado. El me dijo que me descontaba el 10 % de iva, porcentaje vigente en esos años. Por supuesto que un sueldo no lleva tal impuesto, pero tuve que tragar. Del contrato prometido ni noticias.
Los meses pasaron y las cosas fueron a peor. En febrero, Marta se hartó de aguantar su maltrato y renunció. Así que me quedé solo, mientras desfilaban sustitutas, a las que elegía más por lo cortas que fueran sus faldas, que por su valía laboral.
Mientras yo veía que las deudas con las compañías crecían, a José María parecía no importarle, y seguía disfrutando de la buena vida, llegando a la oficina a las 11 de la mañana, bastante perjudicado, con claros síntomas de haber disfrutado de la movida madrileña, la noche anterior.
A fin de febrero, mientras mi contrato seguía en la bandeja de tareas pendientes, llegó una inspección de trabajo. Como ya he contado en una historia anterior, fue un momento complicado. (Mi historia titulada “visado de Portugal”)
Finalmente a fin de marzo no pude más y le dije que lo dejaba. Le propuse trabajar un mes más, hasta fin de abril, para darle tiempo a organizarse.
Llegó el 30 de abril. Era mi último día y antes de irme, le pedí que me pagara. Seguía trabajando en negro. El contrato había pasado de la bandeja de tareas pendientes a la bandeja de tareas descartadas.
Me miró y me dijo que no me iba a pagar nada. Me dijo que no tenía contrato, que estaba en situación irregular y que si le denunciaba, sería mi palabra contra la suya, y que yo tenía más que perder que él. Mastiqué mi bronca, y me fui sin dinero. Un mes de trabajo gratis.
Nunca más supe de él. Con Marta, en cambio, mantenemos una gran amistad, que creció en estos más de 30 años.
Supongo que a diario hay abusos desagradables como este. A veces escucho casos en el telediario de inmigrantes explotados en situaciones mucho peores, pero que me recuerdan a José María.
En el balance, mis experiencias negativas son un porcentaje pequeño. Soy de la idea que en todos los sitios hay de todo. Siempre habrá malas y buenas personas en todos los colectivos. Por suerte, solo me topé con muy pocos como José María. Pero en todo este tiempo, tuve a muchísimas experiencias positivas, y una gran mayoría de excelentes personas con las que compartí momentos más afortunados. Y soy muy agradecido con los muchos que me ayudaron durante aquellos años.
Y yo que había pensado que nunca te iba a ver con corbata!
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Todos tenemos un pasado…
Saludos
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Una vez más, me encantó leerte! Lamentablemente los que explotan y juegan sucio siguen existiendo y sería utópico pensar que algún día dejaran de existir… Pero, que no nos quiten la esperanza! Un besote enorme!
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Siempre hay de esos. Lo importante es aprender de la experiencia. Un beso.
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Fuiste a topar con el canalla de cupo, de esos que ya nacieron sin escrúpulos. Afortunadamente, puedes recordarlo desde tu estatus actual, pero ese mes trabajado gratis tuvo que ser una experiencia descorazonadora. Eso si, el tipo apuntaba maneras de trilero desde que tuvo la caradura de quitarte ¡¡¡el IVA!!! del sueldo.
Salud.
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Se aprende de esas cosas y luego hay que darle la importancia justa. No merece la pena dedicarle mucho tiempo a recordar a estos personajes. Un saludo
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El relato y las respuestas a los comentarios son de una gran sabiduría «viva», esa que sale de la experiencia y de darle una vueltita para ganar en aprendizajes y no perder entusiasmo y confianza. Qué bien Marta y esa amistad larga y entrañable. Gracias!! Beso
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Muchas gracias. Siempre hay que ver el vaso medio lleno. Beso.
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Me ha encantado tu relato. Y gracias por haberte atrevido a denunciar a los Josés Marías que todavía existen. Saludos.
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Seguramente todos nos hemos topado con algún personaje de estos. Un saludo.
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Sí, también tengo mis aventuras cuando llegue a Francia la primera vez. Saludos y buen fin de semana.
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Vaya personaje el tal José María. Valiente al hacer pública tu experiencia. Me alegro que tus experiencias negativas sean las menos. Gracias por compartir. Saludos.
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Muchas gracias por comentar. Siempre nos tocaran malas experiencias. Lo importante es aprender de ellas y que no nos afecten demasiado. Un saludo
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Me encanta leer tus recuerdos, Guillermo, aunque no siempre sean gratos. Pero así es, todo se convierte en aprendizaje permanente mientras vivamos.
Un abrazo grande.
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Muchas gracias !!
Se aprende más de las malas experiencias que de las buenas
Saludos
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Los comienzos suelen ser duros y más en otro país. Pero una cosa es la exigencia y otra que topaste con un sinvergüenza que se aprovechó de la situación. Soy de los que pienso que de todo se aprende y además te llevaste la amistad de Marta. Un abrazo Guillermo.
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Estoy de acuerdo contigo. Se aprende de estas cosas. Y me quedo con que este fue una excepción, casi siempre me encontré con muy buena gente, e hice amigos en todos los sitios por los que pasé. Como Marta, con la que mañana tomaré un café.
Un abrazo.
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