Vida mixta

Cuando tenía cinco años, dejamos de vivir en el barrio de Floresta de Buenos Aires, y nos  mudamos a una nueva casa, que estaba en la ciudad Ramos Mejía. Solo nos movimos siete kilómetros, pero lo suficientes para estar lejos de todos mis abuelos. Mis padres averiguaron sobre las opciones escolares, y decidieron que lo mejor sería que yo fuera al Colegio Don Bosco. Como colegio de curas de los 70, solo era para chicos. Mis hermanas mayores irían al Santo domingo, que era de monjas, y solo para chicas.

Colegio Don Bosco de Ramos Mejia

En ese colegio transcurrió toda mi educación preuniversitaria, desde primero de primaria hasta terminar el instituto. Así que hasta que no fui a la universidad, no había pisado ninguna aula mixta. Esa burbuja irreal, en la que vivíamos, hacia que cuando nuestras hormonas comenzaron a aflorar, y nos empezamos a interesar por las chicas, la mayoría no teníamos ni la más puñetera idea de cómo relacionarnos con ellas. Y supongo que como yo, muchos tenían el mismo miedo a la situación. 

Antes de que nos cambiáramos de casa, con cinco años, yo jugaba con mi prima Silvana de tres, y decíamos que éramos novios. Mis hermanas son mayores que yo, por lo que no coincidimos en etapas de crecimiento. Así que creo que esos días de juego con mi prima,  fue el máximo contacto que tuve con el sexo opuesto hasta la adolescencia.

Por suerte, las hormonas son poderosas, y se abren camino ante las adversidades.

En 1979 yo tenía 14 años. Fue cuando alguien organizó la primera fiesta con chicas que recuerdo.  Se trataba de montar en una terraza de alguna casa, unas luces de colores, y que alguien pusiera música para bailar. La casa elegida fue la de mi amigo Oscar Rega, quizás porque su madre tenía una tienda de regalos, llamada “el regalito”, y era conocida en el barrio. Esto hacía que las madres de las chicas confiaran en ella, y las dejaran ir. Siempre tuve la idea que el nombre de la tienda era una combinación del apellido y que vendieran regalos. Nunca se lo pregunté a Oscar.

No sé quien consiguió las chicas, pero vinieron unas cuantas, y  supongo que lo pasamos bien. Aunque en esas primeras veces yo tenía ese miedo interior para acercarme a una de ellas. Yo veía a muchos de mis amigos, y me parecía que ese miedo solo lo tenía yo.  Hoy se que detrás de las mascaras, en mayor o menor medida, todos teníamos los mismos temores ante determinadas circunstancias. Y esta no iba a ser menos.

Fiesta en mi casa. Año 1981

Ese año tuvimos varias fiestas así. Y poco a poco me iba sintiendo más seguro y me lo pasaba mejor. En una de esas, en casa de una tal Marilina, conocí una chica de ascendencia coreana. No recuerdo su nombre, pero estuvimos toda la tarde juntos. (Si, la tarde, no nos dejaban trasnochar mucho) Hablamos de vaya a saber qué, tonteamos toda la tarde, y creo que nunca más nos vimos, pero aun hoy la recuerdo. Fue la primera con la que tonteaba. Y recuerdo sobre todo, cuando mi madre, a la que se lo habían contado los padres de la tal Marilina, me hizo un sutil interrogatorio para poder enterarse de primera mano, intentando averiguar los detalles de aquello. Yo, como buen adolescente, no contaba nada.

Con los años, todo se normalizó entre la universidad, vacaciones de verano en la playa, discotecas, etc. Pero cada vez que hoy escucho a determinados políticos, en pleno siglo XXI, hablar de las supuestas bondades de la segregación escolar por sexos, recuerdo esos primeros días de la adolescencia, en los que tenia esos nudos en el estomago al intentar acercarme a una chica.

La vida es mixta desde el minuto uno. Lo demás me parece artificial.

27 comentarios en “Vida mixta”

  1. ¡Qué alegría leer otro de tus relatos! ❤ ¡Me encantó! Has empezado muy bien y has terminado en apoteosis. 👏👏👏 Mí sobrina vive en Londres, tiene 13 años y frecuenta un colegio sólo para chicas desde primaria. Al ser hija única lo pasa aún peor en los cumpleaños mixtos. Lleva años pidiendo para cambiar de cole, pero su madre no quiere. Estoy totalmente de acuerdo con tus dos últimas frases. 😊 Saludos.

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  2. Me gusta leerte, aunque yo no estuve en un colegio de curas, no eran mixto. La primera niña que entró en clase tendríamos unos 12 años y antes de empezar la clase nos dieron una serie de instrucciones….eran otros tiempos. Bonita entrada, gracias por compartirlo con nosotros. Saludos.

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  3. El objetivo de la educación segregada por sexos es seguir indicándonos a las mujeres cuál es “nuestro lugar”. Si nos educamos junto a los chicos y éstos comienzan a vernos y considerarnos compañeras y amigas, ya no pensarán en nosotras como “las que los sirven” y entonces… ¡adiós privilegios!

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  4. Como en otras ocasiones en tus textos, comparto las vivencias que narras. Mi colegio era laico pero también estábamos separados chicos y chicas. Solo al salir del gimnasio o en algunos recreos, podíamos vernos desde las ventanas. Lo curioso es que al terminar las clases, solíamos quedar en la esquina de la calle del colegio grupos de chicas y chicos, natural a esas edades. A fin de cuentas la naturaleza llamaba a la puerta y no había rigor colegial que lo impidiera. Por suerte todo eso ha cambiado. Un abrazo.

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  5. Fíjate, algo tan natural como compartir con el resto, independientemente del sexo y las circunstancias, que, a fin de cuentas, la niñez conlleva la mayor parte de los aprendizajes, y no todos ellos se llevan a cabo en la escuela sino en pandillas unisex.

    Salud.

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  6. Me encanta leer este tipo de historias llenas de tanto encantó, y que además, acompañas con fotografías de un gran valor!!, esas primeras veces de la adolescencia cuando a uno comienza a gustarle o a interesarse por otra persona. Me ha hecho gracias lo de que pasarás tantos años sin una convivencia mixta de niños y niñas. Un abrazo desde México!
    Alba

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  7. Tardé bastante en darme cuenta de que el colegio de mujeres solas, hizo la diferencia. Capaz se lo atribuía a mi personalidad mas tímida o cerrada. Pero colegio de mujeres solas + hermanas mujeres (las mayores) y mil primas mujeres también, hizo que me cueste vincularme con el sexo opuesto. HOY adhiero 100% a que no tiene sentido, la vida es mixta, si señoooor!

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  8. Ostras, creo que yo tuve suerte. Siempre fui a escuela mixta, desde chiquita. Quizá en parvulario sí estuviéramos separados🤔 Bueno, no lo recuerdo, pero si fue así, a los 4 años tampoco es que importara demasiado, además, en mi casa somos cuatro hermanos variaditos y tengo primos a porrón. De hecho, hacíamos las fiestas en las golfas/trastero de uno de ellos. Casi a oscuras, of course. ¡¡Qué tiempos aquellos!!
    ¿Sales en las fotos? ¿El de blanco?
    Un abrazo.

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  9. Que real lo que contas!! Esas experiencias primeras generaban una adrenalina difícil de superar. La vida es mixta como bien decís. A veces no elegimos nuestras vivencias pero todas son positivas aunque más no sea para saber por donde no ir. Hermoso recuerdo olvidado hasta que lo evocastes 😀😀

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