Hace ya más de cien años que existen las transmisiones de radio, ese receptor inventado por mi tocayo Marconi. Antes de la irrupción de la televisión, era un aparato indispensable en los hogares que podían permitírselo.
Recuerdo que cuando era muy pequeño, con unos 4 o 5 años, y visitaba a mi abuelo materno, al salir de mi escuela preescolar, me gustaba beber lo que yo llamaba “juguito”, y era el líquido frio y dulce, que sobraba de la compota de ciruelas que hacia mi abuela, y que lo tenía en una botella en la nevera. Para mí, era la Coca-Cola del momento. Y mientras lo bebía, veía a veces a mi abuelo escuchando una vieja radio enorme, a válvulas. Yo hacía ruido, como cualquier niño de mi edad, y mi abuelo, que tenia malas pulgas, me mandaba a callar para poder escuchar lo que sea que se oía en la radio.

Años más tarde, mi padre compró una radio Noblex Giulietta, que tenia onda corta y onda larga. Recuerdo que mi padre se sentaba en el sillón del salón de casa y cerraba la puerta. Encendía esa radio, y sintonizaba en onda corta, alguna radio extranjera. Estábamos en plena dictadura, y era una forma de conocer más de la realidad de lo que nos dejaban saber. Eran trasmisiones con mucha interferencia, y con la voz que iba y venía.

Otro clásico era escuchar los partidos de futbol por la radio, cuando se jugaban en domingo y todos a la misma hora. En casa nunca fuimos muy futboleros, pero en esa época, podías ver a personas paseando por la calle, o sentados en un parque, escuchando la trasmisión de los partidos, en muchos casos con una Spica en la oreja.

Cuando tenía 15 años, mis padres me regalaron un radiocasete estéreo. Comenzó mi idilio con la FM. Una puerta abierta a la música. Grababa mi selección de canciones desde la radio a cintas de casete. Para grabar, tenía presionadas dos teclas, más otra de pausa. Y soltaba la tecla de pausa cuando el locutor dejaba de hablar y comenzaba la canción. Era todo un arte.
Luego llegó mi primer coche y lo primero que le puse fue un radiocasete. La FM porteña siempre sonando con emisoras como la “rock & pop”, o programas míticos como “demasiado tarde para lagrimas” de Alejandro Dolina.
Pero el momento en que la radio pasó a ser indispensable, fue durante los meses de hospital que pasé en 1995, cuando tuve mi accidente de tráfico, ya en Madrid. En la habitación del hospital de la Paz, solo había una tele a monedas. El que pagaba, elegía. Y la mujer del enfermo de la cama de al lado, ponía todos los días un montón de monedas para ver todos los insoportables programas de las tardes.
Los móviles aun eran cosa del futuro, así que solo me quedaba la radio. Comencé a escuchar la radio a todas horas, pero sobre todo, me aficioné a escucharla por las noches. En un hospital, uno tiene la ventaja de dormir a cualquier hora, y en mi caso, casi no dormía por las noches, así que me tiraba horas con los auriculares de la radio en mis oídos.
En esas noches de hospital, escuchaba de madrugada un programa llamado “hablar por hablar”. Para los que no lo conozcan, eran tres horas de radio, en los que los oyentes contaban sus penas en directo. Yo estaba hecho polvo en la cama del hospital, pero había algunos que llamaban contando penas peores. Escuchándolos, me parecía que yo no estaba tan mal.
Esa buena o mala costumbre la mantengo hasta hoy. Todas las noches me duermo con la radio encendida, escuchando un programa deportivo. Hace unas semanas, estuve hospitalizado unos quince días por una infección derivada de aquel accidente, y volví a esas viejas rutinas de escuchar la radio a las 4 de la mañana.

Hoy ya la radio se puede ver, a través de internet, escuchar en diferido a través de podcast, o en directo a través de un móvil, pero yo sigo siendo un clásico, y la escucho en directo a través de mi pequeña y vieja radio Sony con auriculares, que todas las noches termina en el suelo, al lado de la cama.
Guardo en mi casa una radio de válvulas similar a la que tu muestras. Con el frente enterado y las emisoras de lugares que, entonces resultaban lejanos. Era la radio que yo recuerdo de mi niñez en aquellos tardes de domingo interminables presididos por la retransmisión del fútbol.
Mi padre compró años más tarde otra similar de onda corta para escuchar el BBC World Service durante los últimos años de nuestra dictadura.
Tuve, ya con 50 años, una época de gran estrés laboral. Para dormir me acostaba con una radio pequeña con auriculares. Sintonizaba el larguero. El fútbol me llama la atención pero no me absorbe. Mi objetivo era dormirme antes de que comenzara «Hablar por hablar» Si aquello me pillaba despierto me deprimía de tal modo que me resultaba imposible conciliar el sueño.
VIDAS PARALELAS
Un abrazo
Me gustaLe gusta a 3 personas
Asi es. Yo tambien pongo el larguero, aunque cada vez me importa menos lo que dicen. Lo utilizo como fondo para dormirme. Ahora yo no está el Hablar por hablar, pero en noches de desvelo, siempre encuentro algo. Un abrazo.
Me gustaLe gusta a 1 persona
Tus recuerdos me han llevado a traer los míos al presente. En esa primera radio, la de mi madre era Telefunken, recuerdo como ella escuchaba las novelas de Guillermo Gautier Casaseca. Y qué decir de «Hablar por Hablar», los años que ha resistido ese programa en las madrugadas de la radio. Debo decir que con ese programa me pasaba lo mismo que al compañero que si lo escuchaba, me deprimía. Ahora está «El Faro», y yo como tú, muchas noches me acuesto con una radio parecida a la tuya y con los auriculares puestos, después de leer un ratito, aunque amanecen perdidos por cualquier lado de la cama, como a ti. También sigo siendo una clásica. Muchas gracias por compartir. Un abrazo!!!!
Me gustaLe gusta a 3 personas
Muchas gracias por tu comentario. Yo tambien escucho «el faro» cuando me desvelo a las 3 de la mañana!!. Un abrazo.
Me gustaLe gusta a 1 persona
Gracias a ti. Qué bueno saber que cuando me desvele, que es a menudo, estamos conectados a través de la radio. Abrazos!!!
Me gustaLe gusta a 1 persona
Todavía conservo radios antiguas de mi padre. Nunca entendí porqué, pero tenía la costumbre de ver el fútbol en la tele sin volumen y escucharlo en la radio jaja.
Por supuesto, me pasaba horas y horas enganchada a la radio para poder grabar las cintas de casete… pero yo siempre pillaba al locutor jaja.
Espero que ya estes recuperado del todo. Un abrazo.
Me gustaLe gusta a 3 personas
Lo de ver el futbol en la tele con el volumen bajo y escuchar la radio tambien lo recuerdo. Quizas porque los locutores de radio eran mas efusivos. no se, pero en casa tambien se hacia. Aun tengo algunas de esas cintas de casete… las buenas eran las TDK.
Un abrazo
Me gustaLe gusta a 4 personas
Siii pero las de 60 minutos porque las de 90 a mi siempre se me enganchaban😂
Me gustaLe gusta a 1 persona
Los futboleros decían que en la radio se vivían los partidos de manera mucho más expresiva y es cierto, porque tenían que hablar por las imágenes que veían.
Me gustaLe gusta a 1 persona
Hermoso recorrido, casi una historia de la Radio, un homenaje. Me siento identificada en tu relato, esos recuerdos avivan los mismos. Me crié escuchando radio, y he tomada esa costumbre con pasión y perseverancia. Programas seleccionados para cada hora y con distintos temas, voces que se van incorporando, se encarnan. Gracias Guille por tu relato, emociona
Me gustaLe gusta a 1 persona
Gracias Adriana. Un beso grande
Me gustaLe gusta a 1 persona
Lo de grabar la música de la radio FM pendiente de que el locutor no comenzara a hablar es todo un clásico, como el fastidio cuando decía cualquier chorrada en medio de la canción. Yo conservo una Telefunken que era y es un mueble de madera, precioso, abajo la radio de onda corta y fm con sus preciosas y gordas teclas y arriba tenía un plato a modo de tocadiscos. Me lo traje de casa de mis padres. Pero lo mejor es que … ¡funciona! aunque apenas se usa. Que buenos recuerdos me has traído. Un abrazo.
Me gustaLe gusta a 1 persona
Somos de la misma quinta seguramente. Por eso compartimos tantos recuerdos. Yo conservo un radiocasete stereo JVC enorme (si querias ponerle pilas, llevaba ocho de las grandes) que era como los que llevaban en el hombro los que bailaban breakdance en los ochenta en EEUU. Y tambien funciona !!! Un abrazo.
Me gustaLe gusta a 1 persona
Qué bonitos recuerdos! Mi padre también era muy de radio. En casa teníamos una como la primera que has puesto. Se levantaba la tapa y tenía un plato para discos…El famoso puck-up, más conocido aquí en España como ‘picú ‘ Gracias por tus relatos! Saludos
Me gustaLe gusta a 1 persona
Muchas gracias !!! En mi casa tambien hubo un tocadiscos de esos!!
saludos
Me gustaMe gusta
¡¡Genial el relato de tus recuerdos que nos despiertan los nuestros!! Las fotos que pones parecen el camino recorrido por las generaciones de mi familia. La de válvulas era la de mi abuelo. La escuchaba todo el tiempo y que no se la tocara nadie. Era su bien más preciado. En casa, mis padres tenían un mueble radio tocadiscos, creo que Grundig, que con mucho ahorro le habían comprado a un familiar y funcionaba a diferentes horas con la radio o con los discos de pasta o los long play. La Spica era la de papá. La mía era un radiocasete que me compré con mi 2do. sueldo y en él, como tú, grababa mis casetes con el esfuerzo de sortear la voz del locutor. Toda una vida escuchando radio. Y sigo, claro. Ahora mientras escribo,¡¡ uso el Radio Garden con radios de todo el mundo!!!
Me gustaLe gusta a 1 persona
Muchas gracias !!! como dijo alguien por aqui, parece que tenemos vidas paralelas. Un saludo !!
Me gustaLe gusta a 1 persona
Qué tiempos aquellos cuando lo de grabar en cinta de casete era lo más!! Ais, que recuerdos. La verdad que nuestros padres sí que eran muy de radio; mi madre escuchaba las radionovelas todas las tardes. Lucecita, creo recordar el título de una de ellas.
Espero que lo de la infección haya sido nada y esté todo bien.
Un abrazo.
Me gustaLe gusta a 1 persona
Aun conservo alguna cinta de casete de aquellas…
Lo de la infeccion esta solucionado. Muchas gracias !!
Un abrazo
Me gustaLe gusta a 1 persona