
A fines de los sesenta, yo era muy pequeño. Un mes de febrero, viajaba con toda mi familia hacia las playas de Miramar. Empezaban las vacaciones. Yo iba en medio de mis hermanas, en el asiento trasero de ese Fiat 1500 blanco, que tenía mi padre.

Seguramente me aburría mucho, y pregunté “falta mucho?”. Mi madre me respondió que faltaban unas tres horas. Yo no pregunté más, pero interiormente esa respuesta no me decía nada. Solo me generaba otra pregunta: “tres horas es mucho?
Cuando éramos pequeños, el concepto de tiempo no existía. Jugábamos hasta que nos decían que había que entrar a casa. Porque se jugaba fuera. Si era de noche y habíamos cenado, tocaba dormir. Esas eran nuestras referencias.
Crecemos, y aprendemos la noción del tiempo, pero a corto plazo. Sabemos cuánto es una hora, un día, un mes… pero diez años, ufff eso es una eternidad.
Recuerdo que con veinte años yo siempre hacia el mismo chiste: cuando hablábamos por ejemplo de tres años, yo decía, “es mucho tiempo, para un niño de tres años es toda una vida”.
Con esos veinte años, yo veía a mi padre de cincuenta y ocho, como muy mayor, algo para lo que faltaría una eternidad. En breve voy a cumplir esos cincuenta y ocho, y no me reconozco en la imagen que yo veía de mi padre a mis veinte años.
Pero según vamos cumpliendo años, tengo la sensación de que un año dura cada vez menos.
Es como cuando hacemos un viaje. Por ejemplo, un día me voy de viaje en coche conduciendo durante 400 kilómetros por un país desconocido. No tengo más que un mapa, y ninguna referencia de la ruta. Durante el viaje, me sorprende todo, porque todo es nuevo. Cada curva, cada cartel, cada casa, cada pueblo. Tengo los cinco sentidos en alerta. Si tardo cinco horas, me parecerán eternas.
Al día siguiente deshago mis pasos por la misma carretera, y ya tengo elaborada en mi mente una hoja de ruta, basada en lo que vi el día anterior. El recorrido dura las mismas cinco horas, pero me parecen más cortas. Ya conozco los carteles, las casas, los pueblos. Ya hay menos que descubrir, y vuelvo casi sin sorpresas, sabiendo lo que voy a ver. La alerta de mis sentidos ha caído.
Si recorro el mismo camino de siempre, como el de ir a trabajar, soy capaz, como muchos, de ir en “piloto automático” y llegar casi sin recordar el camino recorrido.
Creo que existe un cierto paralelismo entre la vida y estos viajes.
Conforme me hago más viejo, Tengo muchas hojas de ruta planificadas, que también podemos llamar rutinas. Descubro que conozco el “paisaje” de cosas vividas y se me hacen más rápido los “caminos de vuelta”. Será porque muchas veces habré puesto ese piloto automático, como al ir a trabajar, y eso aceleró el reloj.
También me pasa que cuando los días pasan sin nada que hacer, parece que son eternos, mientras que cuando hago muchas cosas, el tiempo vuela.
Paradójicamente, al mirar atrás, esos días eternos, se diluyen, sin recuerdos. Mientras los que pasaron volando, parecen muy vividos, y más largos, porque tengo mucho que recordar.
No me gusta esa sensación del paso del tiempo rápido. Creo que lo mejor es buscar caminos nuevos, que se traduce llenar la vida de nuevas experiencias y aprendizajes. Y en eso estoy…
Así, quizás, logre ralentizar el tiempo.
Me parece que esa sensación la vamos teniendo todos según van pasando los años. Aprovecha cada segundo, son mágicos
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En eso estoy…
Un saludo
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Nunca lo había pensado así. Se podrá relentizar el tiempo con nuevas experiencias?? Cuando siento que después de enero viene diciembre es porque estoy en piloto automático?? Jaja más que un comentario parece un cuestionario
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Intenta salir de la zona de confort, que es una forma de quiar la rutina que nos hace vivir en piloto automático. Abrazo.
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El tiempo es relativo, intenta ser feliz cada segundo, para no desesperarte y no sientas que los momentos difíciles te duran una eternidad.
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Esa es lo que intento. Saludos
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Pues alguno de esos caminos nuevos espero que te lleven a. ver a los amigos
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Excelente Guille. Me encanta como escribís. Esa relación del tiempo entre chico y grande. Escucho una canción de un grupo de La Plata, Cruzando el charco se llaman, el tema se llama «Volver a Nacer» y hacen un juego entre estados de chico y grande, en un momento dicen «De chico todo era distinto/Jugando se moría el sol» y antes de eso «De chico imaginaba la felicidad/En las manos de mi abuela para cocinar/Andar en bicicleta y no frenar jamás»
Que locura es el tiempo, y seguro que disfrutarlo lo relentiza, aunque a veces digamos que lo «bueno pasa rapido» pero despues te das cuenta que las 2 o 3 semanas de vacaciones las recordas las 52 del año.. Abrazo.
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Gracias Carlos. Lo de las vacaciones es otro ejemplo. Seguro que el mes de octubre en el que solo fuiste a trabajar, no te genera ningún recuerdo. Abrazo.
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Ay, qué identificada me siento.
Cuántas veces habré dicho: no lo entiendo… ¿seguro que los días siguen teniendo 24 horas?
Habrá que seguir disfrutando del momento lo mejor que sepamos.
Me gusta cómo lo has enfocado.
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Muchas gracias. Un saludo
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Comparto y me asusta ese rápido paso del tiempo. Siempre podemos desactivar el autopiloto, pero sé que cuesta.
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Creo que a todos nos cuesta, pero hay que seguir intentándolo. Abrazo.
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En la infancia tenemos la mañana infinita cuando te pasan miles de cosas totalmente increíbles y luego la tarde todavía más larga y más sorprendente, y la noche como la vida entera. ¿Y ahora ? me levanto y la mañana siguiente ya es otro año. Un saludo , el texto es buenísimo.
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Muchas gracias !! En la infancia no existía el tiempo. Todo era nuevo. Saludos
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y no me reconozco en la imagen que yo veía de mi padre a mis veinte años.
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Me ha gustado mucho, Guillermo. Una reflexión muy interesante. ¿No te pasa que cuando vuelves a ver una película que viste cuando eras más joven los l@s actrices y actores que eran muy mayores ahora son jovenes? Aunque es totalmente lógico, siempre me resulta chocante.
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Muchas gracias!!!
Con las películas me pasa que ves como envejece el entorno. Los coches, la ropa….y si, también los actores nos muestran que fueron jóvenes hace tiempo
Un saludo
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La percepción de las situaciones y personas es muy diferente con la edad. Yo no me hago más viejo, sino más maduro, más experimentado. Porque no me siento viejo achaques al margen y te lo digo también como cincuentón. Mi lema es ahora, aprovechar el tiempo que nos quede que ignoramos cuanto será y si para ello hemos de salir de la zona de confort, hagámoslo. Todo vale para ser feliz. Un abrazo.
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Creo que estamos en la misma linea. Un abrazo.
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