Cuando se acerca la navidad, comienza el carrusel de publicidades típicas. Además de los cientos de anuncios de perfumes, vemos muchas, en la que nos venden cualquier cosa, en un entorno familiar de alegría y reencuentro.
Luego está la realidad, que no siempre coincide con lo que vemos en esos anuncios. A veces, nos toca compartir mesa con un tío o un cuñado, con el que nos vemos por compromiso, y soportamos sus chistes malos. Y otras veces, en estas reuniones, alguna copa libera la lengua, y de un pequeño comentario, se monta una gorda discusión, con reproches milenarios.
En mi caso, guardo el recuerdo de uno de estos momentos, en la Nochevieja de 1986.

Tras la muerte de mi madre y las bodas de mis hermanas, en 1983, en cuestión de un par de meses, en casa solo quedamos mi padre y yo. Yo era adolescente y trabajaba con mi padre. Un cóctel explosivo.
Siempre recomendé a todos los que conozco, que no es bueno trabajar con la familia. Salvo excepciones, no son una balsa de aceite. A esto se le sumaba la perdida reciente, que hacía que ninguno estuviera en su mejor momento.
Como esa Nochevieja. Ese día, vinieron a cenar mi hermana mayor, su marido y mi sobrino de unos meses. Ellos venían preparados para ir a la playa la mañana del día uno de enero. Yo también tenía planeado irme de vacaciones ese día.
Mi padre comenzó a encender las brasas de la parrilla, para cocinar un par de pollos asados, que sería nuestra cena, sobre las nueve de la noche. Nosotros nos ocupábamos del resto del menú.
Era una típica noche de verano de diciembre, con bastante calor. Mientras se iban asando los pollos, nos sentamos todos alrededor de la parrilla, y mientras bebíamos algo fresco y picábamos algo, comenzamos a charlar. Como a veces pasa, en un momento de la conversación, un comentario hiriente, derivó en discusión. Seguramente, algún tema de trabajo, no lo recuerdo. Y de pronto, esa discusión subió de tono más y más. De un lado del ring, mi padre, y del otro mi hermana y yo. Supongo que mi cuñado cuidaba los pollos, en un intento de pasar desapercibido. Mi sobrino de cinco meses dormía.

En un momento, mi padre subió la apuesta, y nos dijo que para estar así, mejor que nos fuéramos, que prefería estar solo. Nos miramos con mi hermana, dudando. Pero él insistió, y quitó los pollos de las brasas, medio crudos, para ponerlos en una bandeja. Y nos los dio para que nos los lleváramos.
En pleno desconcierto, llamé por teléfono a Gabriela, por entonces mi novia. Ella estaba en su casa de Villa del Parque, con sus padres y su hermana.
Le conté la situación y le pedí si podíamos ir todos a su casa. Sorprendida aceptó. Mi hermana guardó la bandeja en una bolsa, y aparecimos sobre las 23.00 hs en su casa, los cuatro. Con los pollos.
Cuando terminamos de saludar y contar lo sucedido, le pedí que encendiera el horno, para poder terminar de cocinar los pollos.
Al día siguiente todos nos fuimos de vacaciones, por lo que no vi a mi padre hasta fin de enero. No había teléfonos móviles, por lo que no habíamos tenido contacto en todo el mes.
Al volver a casa luego de veinte días en la playa, las aguas volvieron a su cauce, y todo quedó en un cabreo de una noche. Mi padre me contó que la noche del 31, luego de que nosotros nos fuéramos, se había ido a casa de Delia, la mujer con la que luego conviviría muchos años. Yo le conté nuestra aventura con los pollos, y nos reímos de lo ocurrido esa noche.
Lo mejor fue, que durante todo ese tiempo, cada vez que visitaba a un cliente, le contaba que sus hijos le habían dejado sólo en Nochevieja. A ninguno le contó que nos había echado de casa. Y que tampoco había estado solo.
Así que cuando volví a trabajar, tuve que recibir un discurso de moral de cada cliente que visitaba, y que me reprochaba lo mal hijo que había sido, dejando solo a mi padre en una noche tan especial.
En fin, en todas las familias hay peleas y discusiones. Esta quedó en una anécdota. Pero, aun hoy, después de tantos años, cada navidad nos reímos recordando esa Nochevieja, paseando por Buenos Aires con los pollos a medio cocinar.
Como si los estuviera viendo. Qué momentos!!! Relatos tan vívidos con tu especial modo de narrarlos, y llevarnos allí. Gracias! BesoAbrazo
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Muchas gracias !!! Un beso
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Con el paso de los años uno se ríe, sí, pero en el instante del suceso el ambiente enrarecido huele a trilita. Menos mal que a los padres se les perdona todo (y, además, los pollos se fueron con los expulsados…).
¿Sabes qué me resulta chocante…? Esa Nocheviena veraniega, calurosa, que me cuesta reconocer desde el hemisferio de arriba del otro lado del Atlántico.
Salud y mis mejores deseos para este 2023.
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Es verdad que con el tiempo todo queda en una anécdota divertida.
LA navidad en verano tiene como complemento, que es el inicio de las vacaciones. Siempre recuerdo ir a la playa luego de año nuevo. Para mi fue un impacto también cuando vine a España y pasé mi primera navidad con frio. Un abrazo.
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Hola Guillermo.
Fiestas, bebidas y charlas que van derivando, mal cóctel.
Yo, por suerte, no he tenido nunca una Nochevieja tan desastrosa, pero he escuchado de amigos, algunas broncas de campeonato.
Lo bueno es que se terminan olvidando los motivos y todo queda en anécdotas mil veces repetidas. 🤣😂🤣
¡Feliz 2023! Un abrazo.
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Tal cual !! pasa en casi todas las familias, y generan buenas historias para recordar. Un abrazo.
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Feliz Año Guillermo! 🎆❤️ Te deseo lo mejor.
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Muchas gracias !!! igualmente para ti. Un abrazo
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Renato seguro tenia sus razones… jaja
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Jajaja. puede ser….
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Reblogueó esto en herrerajulio.
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Comprendo muchísimo todo ese percal.., desde hace unos años, las navidades vienen siendo algo doloroso por causa de los ausentes.., que le vamos a hacer! Pero si uno se sobrepone ve que la vida sigue y que no hace falta hacérsela más amarga de lo que en aquellos momentos es .
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Me sigue sorprendiendo leer sobre una noche de verano en plena Nochevieja(algo que para mí se asocia con el frío extremo, las cumbres nevadas y los abrigos de pelo) pasar una Nochevieja al otro lado del charco es uno de mis pendientes, seguro inolvidable, como la historia que nos cuentas.
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Lo mas curioso es que los que tenemos orígenes europeos ( en mi caso italiano), conservamos las tradiciones culinarias en esos días festivos, y en pleno verano, comemos pesadas comidas, propias de invierno. Jajaja.
Un saludo.
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Jaja que ejecutivos todos!! Tu padre se fue a casa de su novia. Vos a la de la tuya y todos con historia para contar😀 seguramente fue más divertida de lo imaginado
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bueno, en su momento muy divertida no fue. Con los años se convirtió en algo para recordar y reír.
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Como la ida misma! Saludos y Feliz Año!
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Así es. Seguramente todos tienen alguna historia de estas que recordar.
Que sigamos leyéndonos en 2023. un abrazo.
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Noche de fin de año, calurosa, al día siguiente acudir a la playa….es complicado de ver para alguien que siempre ha vivido en el hemisferio norte. Luego ya, lo de discutir y salir por peteneras, es independiente del frío, del calor, del norte o del sur.
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Gracias por pasarte y comentar. Lo de las navidades en verano es un tema que veo que sorprende a muchos. Quizás por mis mas de treinta años en Madrid, ya me parece mejor el invierno. jajaja. Un saludo
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La familia y la Navidad puede ser un coctel explosivo. Tu anécdota me parece divertida, os imagino yendo a casa de tu novia con la cena a medio cocinar jajaja. Pero a un padre se le perdona todo. Con el tiempo la anécdota se transforma en pena cuando algunos de los protagonistas nos van dejando. Yo siempre hago un brindis por mis padres ausentes. Este año en mi familia ha habido paz, pero también suculentas anécdotas y mejor que siempre sea así. Un abrazo.
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Esas discusiones, hoy son anécdotas y recuerdos. Que seria una navidad sin que recordemos y nos riamos en familia con cosas como estas. Un abrazo.
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Muy ilustrativo. Pero las broncas peor llevadas y a veces irreconciliables son las que empiezan con discusiones políticas o religiosas, aunque éstas cada vez menos. Salud.
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En este caso no creo que haya sido ni por política ni por religión. Pero ya da igual. Nos quedó la anécdota para reírnos al recordarla. Saludos
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😊🌈👍👍👍
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