A pesar que hace un año que nos cambiamos de casa, aun me quedan cosas por ordenar. Hace unos días, decidí poner orden a una estantería llena de libros amontonados, que lleva así desde el día de la mudanza.
En el estante de más abajo, estaban los 26 tomos de la enciclopedia Salvat de 1990. Esa enciclopedia, la compramos tomo a tomo, durante 26 domingos, en un puesto de prensa que estaba al lado del metro Empalme, de la línea 10 de Madrid, muy cerca de donde vivíamos. Ya casi no existen esos puestos de prensa. Bueno, ya casi no quedan periódicos y revistas en papel.

Abrí uno de esos tomos de la enciclopedia, y me encontré con países que ya no existen. Los años la han dejado obsoleta.
Mientras pensaba que hacer con ella, me vino a la mente lo útiles que eran en nuestra adolescencia, cuando no existía internet. Eran nuestra wikipedia de papel. Aunque a veces no era suficiente.
Recuerdo que un día de mayo de 1977, yo estaba en clase de lengua castellana, en primer año de instituto. Teníamos un profesor que se llamaba Enrique Pagani. Se apellidaba igual que el creador de los superdeportivos Pagani. Unos coches que me encantan y que cada vez que los veo, me acuerdo de mi profesor.
Al pobre Enrique, en clase le hacíamos la vida imposible, aunque luego, él saboreaba su venganza, al generar en diciembre (Los exámenes de suspensos son en diciembre en el hemisferio sur), una larga cola de suspendidos, de casi tres cuartas partes de la clase. Por suerte, fui de los que nunca estuve en ese grupo.
Ese día de mayo, supongo que nos pasamos de la raya, más de lo habitual, y seguramente, su paciencia se desbordó, por lo que nos castigó con un trabajo casi imposible. Teníamos tres días para conseguir las biografías de tres escritores desconocidos. Ninguna de las enciclopedias que reposaban en las bibliotecas de mi casa o de la de mis amigos, tenían reseña alguna de estos señores. Seguramente, él lo sabía.
Como el tiempo corría, y no había forma de conseguir datos en ningún sitio, que me libraran del cero, la única solución aparente, era dirigirse a la biblioteca nacional, que estaba situada en el centro de la ciudad de Buenos Aires, lejos de casa.
Nora, mi hermana mayor, nos acompaño hasta allí, a mí y mis amigos Alejandro y mi tocayo Guillermo. Luego de una hora de viaje, llegamos a la biblioteca, y mi hermana pidió la información. Nosotros no teníamos ni idea de lo que había que hacer.
Finalmente, nos facilitaron unos libracos enormes, donde buscar las biografías. Al cabo de un rato, conseguimos unas míseras líneas de cada uno de ellos. Su fecha y lugar de nacimiento, su fecha de muerte, sus obras principales y poco más. Pero era lo suficiente como para cumplir con el trabajo y conseguir un siete por lo menos. Y si lo adornábamos un poco, quizás algún puntito más.
No recuerdo que nota conseguí, pero pude salir airoso de la situación.
Las enciclopedias ya son algo del pasado. Hoy todo se busca en google. Y lo que es peor, Hoy google es la verdad absoluta. Si lo pone wikipedia casi nadie lo discute.
En una tienda de mi pueblo, recogen libros usados para dejarlos en una mesa. Y luego los cambian por alimentos para ayudar a los que lo necesitan. Y tienen un cartel que dice que no recogen enciclopedias. Nadie las quiere.
Es verdad que ahora es más fácil, pero para mí, sigue teniendo su encanto, abrir una de estas viejas colecciones, y descubrir un mapa de Yugoslavia o la URSS. Por eso creo que seguirá en esa estantería.
Vibrante recuerdo en tu entrada!! Con unos años más que vos; me sucedio algo parecido con la Enciclopedia Larouse y sus 25 tomos. Existe un mercado aquí en la Argentina; de compra venta ya diría como «incunables». Hice lo mismo; aún reposan en los estantes de la biblioteca. Un cordial saludo.
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Yo tenia en Buenos Aires una Salvat similar pero en rojo y de 12 tomos. Seria de los `70 y lamentablemente se perdió al emigrar. Solo me quedan fotos de mi antigua casa donde sale en la biblioteca. una pena que se perdiera.
Un saludo.
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La enciclopedias cumplieron su cometido. En la etapa estudiantil fueron, junto a las máquinas de escribir (qué puntazo las el´´éctricas), las mejores aliadas de aquellos trabajos que complementaban las notas de los exámenes. Hoy, quizás cojan polvo en las estanterías y resulten mamotretos obsoletos, pero forman parte de ese pasado por el que se guarda cierto aprecio sentimental.
Salud.
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Las maquinas de escribir!! tengo escrita una historia acerca de ellas que pronto publicaré. un saludo
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Quien de nuestra edad no tiene una enciclopedia en casa. Fueron muy útiles en nuestros años de instituto, pero viendo la situación de ahora, lo que yo hubiera dado por tener a un simple click de distancia tanta información disponible. Es cierto que hay que saber ponderar y seleccionar lo verdaderamente válido, ese es el riesgo de los jóvenes de ahora, el mundo de las fakes news y de las medias verdades. De ahí la importancia de enseñarles a ser críticos y a saber contrastar noticias. Me trajiste buenos recuerdos. Un abrazo.
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A mi también me hubiera gustado tener un click en esos años. Estoy de acuerdo contigo en lo de enseñar a ser críticos y contrastar noticias. Aunque a veces no solo se debe aplicar a los jóvenes….
Un abrazo
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Se puede leer entrelinas ahora en esas viejas enciclopedias que llenan y se apretujan en nuestros estantes. Yo tampoco me he deshecho de ellas.
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Parece que somos unos cuantos los que las guardamos. jaja
Un saludo.
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Creo que todos hemos tenido una colección así, y la verdad es que creo que en algún momento serán reliquia, y se puede comparar con la información de Wikipedia que van modificación según conviene a los dirigentes. Me parece genial que la conserves, porque es historia y son recuerdos.
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Como amante de la historia, me gusta releer publicaciones antiguas. Además tengo el vicio de guardarlo todo. jajaja.
un saludo
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Reblogueó esto en RELATOS Y COLUMNAS.
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Entrañable! Yo también la conservo.
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Gracias por leer y comentar. Un saludo.
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Infinidad de trabajos escolares y universitarios hice yo con la Enciclopedia Espasa que por fortuna teníamos, hoy día sigue allí, en la casa de mis padres. Cierto que hoy ya casi nadie quiere recoger las enciclopedias ni los diccionarios. En Madrid, Libros Alcaná lo hace.
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Describiste perfectamente mis años mozos 😁 También tengo una enciclopedia de 12 tomos, marrones con letras doradas, que no abro hace 20 años pero me niego a desechar. En el secundario nos salvaba la Biblioteca Nacional; en el profesorado, la Biblioteca Nacional del Maestro, en Palacio Pizurno. ¡Gracias por este texto! Lo disfruté mucho.
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Seremos de la misma quinta seguramente. jajaja. muchas gracias por comentar. un saludo
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Clase 1980 acá. Abrazo!
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Otro más con una enciclopedia a la que le tiene cariño, muy buena entrada, un saludo.
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Veo que no soy el único. jajaja. Un saludo
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Con el desarrollo de la IA, pronto vamos a añorar a la wikipedia. Bonito homenaje a las enciclopedias de nuestra juventud. Saludos 🙂
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Gracias por pasarte y comentar. Un saludo
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Ese olor a enciclopedia… en mi casa teníamos la «Británica», un lujo para la época… mi vieja se encargaba de pagarle al cobrador mes a mes las cuotas sin las cuales hubiera sido imposible comprarla… Recuerdo haber pasado horas enteras solo ojeando aquellos mamotretos…
Hace un tiempo mi hija me pregunto que era un diccionario… https://eldelaveredadeenfrente.wordpress.com/2021/06/09/papa-que-es-un-diccionario/
Gracias por estar siempre…!!!
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La británica….. eso eran palabras mayores. jajaja.
Un abrazo
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¡La enciclopedia! Palabra sagrada a la que se recurría cuando había cualquier duda. A ella y al diccionario. Y cuando había que hacer un trabajo para la escuela, esos que complementaban las notas de los exámenes.
Yo solía ir además a la Biblioteca Nacional de la calle Méjico. Adoraba el olor a libros y, cuando entraba, me paraba unos segundos en la sala para disfrutarlo.
Hoy, los viejos libros sabios ya no lo son tanto, han quedado desactualizados. Quizás sólo cojan polvo en las estanterías porque ya ni nos acordamos que siguen estando ahí. Pero forman parte de ese pasado por el que guardamos gran aprecio sentimental. Y creo que me costaría muchísimo deshacerme de ellos. Al fin y al cabo, si soy quien soy, en gran parte es por su ayuda.
Un abrazo.
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Para el colegio era fundamental. Aprendimos a hacer trabajos investigando en ellas. Yo recuerdo tardes de aburrimiento en mi habitación, en las que me tiraba un buen rato con un tomo en la mano, leyendo aleatoriamente cosas que me parecían interesantes. No tenia videojuegos. jajaja.
Un abrazo.
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Así es, en efecto, los alumnos tienen toda la información que necesiten al alcance de un click, pero ahora no investigan, no leen, no contrastan diferentes puntos de vista, no hacen preguntas, se limitan a «copiar y pegar» y luego a la impresora, entregan trabajos sin leerlos siquiera, o muy por encima, si acaso. Atrás quedó el esfuerzo de leer, comprender y resumir…por eso me encantan los profes que piden sus trabajos escritos a mano. Me gustó mucho tu entrada, un abrazo.
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Muchas gracias !!! A mi me hubiera gustado tener los medios actuales. Pero recuerdo con cariño esas búsquedas de información para hacer un trabajo. Un saludo
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Aún conservo el diccionario enciclopédico abreviado de Espasa Calpe y lo tengo en el sal´ón. Y lo que lo habremos utilizado en su momento. Gracias por compartir tus recuerdos maravillosos que nos llevan a los nuestros. Un abrazo!!!
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Creo que tuve uno de esos tambien. A saber donde se quedó…
Un abrazo
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