Tarjetas postales

Seguramente, mi interés por las tarjetas postales, viene derivado de mi afición por la filatelia. Sobre todo, esas postales que se enviaban sin sobre, y con el sello pegado en el reverso

Hace un par de meses, mientras reordenaba unas cajas de recuerdos, encontré unas viejas postales. La mayoría, pertenecían a mis padres. Las había recogido hace un par de años, cuando tuve que viajar a Buenos Aires para vaciar su casa, antes de venderla. Un proceso que no me resultó muy agradable.

Antes de la existencia de internet, teléfonos móviles y demás avances tecnológicos, si nos íbamos de vacaciones, la única comunicación eran las cartas y las postales. Solo se usaba el teléfono en caso de extrema necesidad, y a veces ni eso era posible.

Entre esas postales que recogí, había una de hace 68 años, concretamente del 8 de marzo de 1955, que mi madre recibió cuando tenía 20 años. Era una postal de Miramar, en la que una tía mía le escribía, con todos los tópicos de la época: que Miramar era precioso, que lo estaban pasando muy bien y que saludaba a todos los de la familia. Otra más vieja aun, escrita por mi tía Rosa, Y dirigida a mis abuelos, en la que le decía a mi madre de 14 años,  que se portara bien. Me fue extraño leerla, y pensar en mi madre adolescente.

Revisando esas viejas postales, me pude armar una cronología de las vacaciones que disfrutaron mis padres y mis tíos, antes de que yo naciera.

Años más tarde, mi padre también fue guardando aquellas postales que yo le enviaba, cuando ya estaba en Madrid y nos íbamos de vacaciones por Europa. También forman parte del lote que me traje hace un par de años. Esas tarjetas hicieron un camino de ida y vuelta, regresando a Madrid.

Tengo un grupo de siete u ocho tarjetas que me envió Gabriela en un viaje de vacaciones por diversos países de Europa, de 1988. Aquellos viajes de 10 países en 15 días, que inspiraron una vieja película llamada “Si hoy es martes, esto es Bélgica”

Recuerdo que su viaje duró un mes en total, y cada mediodía, al llegar de trabajar, revisaba con emoción el buzón de correos, esperando recibir una postal. Alguna llegó después que ella volviera. Esa ilusión se perdió junto con el uso del correo tradicional. Hoy, en una situación similar recibiría una foto por Whatsapp instantáneamente.

Porque hoy las tarjetas postales están en vías de extinción, si no se extinguieron ya.  Está claro que me estoy haciendo viejo, porque a mí me sigue gustando recibirlas.

En octubre pasado, mi amigo Alejandro, que vive en Alemania, pasó unos días por Madrid y se alojó en mi casa. Alejandro es pianista, y cada vez que viene, le da trabajo al piano de casa.

A  los pocos días, tenía que  subir en un barco en Sudáfrica, por trabajo. Este barco iba rumbo a la Antártida, y de camino, hizo una escala en la isla de Tristán Da Cunha. Esta isla se considera en lugar habitado más aislado del mundo, puesto que está a mitad de camino entre África y América, en medio del océano.

Le pedí que, si podía, me enviara una postal desde allí. Pasaron los meses y pensé que no había podido hacerlo, hasta que el pasado dos de marzo  la recibí. Tardó 66 días pero llegó. Al leerla volví a sentir esa extraña ilusión como en el pasado. Parece absurdo, porque inmediatamente le mandé un whatsapp para contarle que la había recibido. Pero a mí me gusto mucho recibirla. Y ahora la guardo como una rareza de mi colección. Una postal del lugar más remoto posible.

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18 comentarios en “Tarjetas postales”

  1. Hoy ya no se «lleva» escribir postales. Tenemos los vídeos, fotos, inmediatamente desde los móviles. Pero en aquella época nos encantaba recibir postales de los amigos o la familia y también enviarlas si estábamos fuera. Tengo bastantes guardadas y son un precioso recuerdo. Gracias por compartir. Un abrazo!!!!

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  2. Si me encontrara una postal en el buzón me llevaría la sorpresa de mi vida. Qué pena el ritmo tan rápido que nos hace ser consumidores de lo inmediato, perdiendo todo el ritual que suponía comprar la postal, escribirla, mandarla y después la otra parte que la recibe, la lee, y hasta percibe el olor del lugar desde el que se ha enviado.
    Saludos!!

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  3. Hola Guille. Una vez más, coincidimos en nuestras experiencias. Yo también iba al Correo Central los días de emisión de estampillas. Y también mandaba, recibía y coleccionaba postales. ¿Adónde habrán ido a parar?
    Era hermoso recibir una postal, pero era más hermoso imaginar la ilusión con la que se había escogido y escrito, aunque llegara cuando el escribiente ya estaba de vuelta y te había contado todo en persona. 🤣🤣
    Claro que tardar 66 días ya es un poco excesivo, pero viniendo del fin del mundo… no es de extrañar.
    ¡Precioso recuerdo! Un abrazo.

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    1. Que recuerdos me trae esas mañanas de domingo en el Correo central….
      Mi idilio con las postales creció mas tarde, y hoy me gusta coleccionar postales escritas, aunque no sean mias. Me imagino las historias que encierran esas personas desconocidas.
      Está claro que tenemos caminos de vida con muchos puntos de coincidencia.
      Un abrazo.

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